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viernes, 17 de junio de 2011





[...]Huir, cada vez más lejos. Recrear el espacio libre que iba perdiendo. Cada vez mis caminatas eran más largas y mis fabulaciones más profundas. Iba transgrediendo imperceptiblemente las invisibles barreras de mi mundo, mi primera tierra de juegos quedaba como estela de mis pasos, mientras me adentraba por las calles del Centro de Lima, en medio de los juegos de pinball y las callejas antiguas, las tiendas de discos y cassettes, los puestos de revistas.

¡La calle! ¡Qué pandemonio tan atrayente! ¡Qué manifestación vital y mortal sobre su geometría hostil! Yo era un mocoso recién lanzado a su reino cuando descubrí que el idioma de las cosas permanencia en mí como un conocimiento paralelo, una comprensión mágica y latente que me permitía hacer del mundo un juego donde cada cosa tenía relevancia y encanto. Era la edad del llamado…
Pero en este nuevo ambiente, más amplio y voraz, mi íntima esencia ya yo estaría tan sola, pues, al ir adentrándome más en ese loquerío de asfalto, comprendí que había gente que al parecer también conocía el lenguaje de los objetos, pero lo expresaba de distinta manera. Fueron los afiches que descubrí en las calles del Centro y las paredes pintarrajeadas con nombres de grupos de rock europeos que no tenían la más mínima idea de que alguien en un país Tercermundista, poblado supuestamente de indígenas con plumas y taparrabos, pasaba sus tardes escuchando las canciones que ellos compusieron tal vez en una noche ebria o una mañana despejada, en la que ni ellos mismos sabían qué cosas pasaban por sus mentes, pero sentían el impulso que les regaló algún grupo que ellos escucharon de pequeños, que los sustrajo hasta cristalizarse en su voz. Las paredes tenían esas historias encerradas en manchas de pintura enlatada, en esas figuras imprecisas que trataban de mostrar rabia y buscaban una salida al tedio cotidiano, dándole ese encanto que me ensimismaba. Ellos me hicieron sentir que no estaba solo, volviéndose, poco a poco, elementos dentro de mi orden. ¿Quién escribía esas frases de pintura roja sobre el muro de las fábricas? ¿Cuándo fue la primera vez que esa persona escuchó esa banda ? ¿Por qué escribió el nombre de esa banda y no otra cosa?[...]


De Incendiar la ciudad
Julio Durán