No quieras llegar a horario, no busques ser recompensado.
Quiere lo que es tuyo. Yo quiero a todo este mundo bajo mis pies, porque es
donde siempre caminé.
No quiero alas porque ya vuelo en el misterio; y esta
locura, que es un complemento, sube sin intermediarios, una vez que entiendes
de qué estás hecho. Pero no todos lo comprenden, sabemos que muchos no quieren.
Ya perdí mucho presente reconstruyendo el pasado y viajar al
futuro solo crea ilusiones que no sirven más que de refugio hasta cierto punto.
No hablo del tiempo, porque no existe eso en el firmamento.
Y no importa si
alguien comprende (aunque sé que sí), porque este viaje, al fin y al cabo, lo
interpreta cada uno a su modo.
Nunca entrarás en otra cabeza, ni en los zapatos de otro;
asique es mejor concentrarse adelante, a pesar de lo duro que se ve el mundo.
Escribe, pinta o toca tus desgracias con la misma felicidad que tus alegrías y
entenderás de que esta hecha esta vida. Desecha la locura y los nervios. Nada
de eso sirve para encontrar tu cielo. Sólo los débiles sucumben ante la locura
y en ella pierden lo único que tenemos; porque el miedo es irracional y de
hecho, un enorme signo de estupidez. Todos tenemos obsesiones, el problema es
obsesionarse con ellas.
Reirse de esa dama sin gracia que es la tristeza, compasión
repulsiva que solo genera violencia interna.
No importa de dónde vengas porque puedes armar y cortar tus
lazos según tu independencia. Actuar sólo sirve arriba de un escenario. No se
lucha contra lo que uno es, se esfuerza por mejorar. Fuma y bebe con ricos y
pobres, festeja con putas y vírgenes; discrimina la crueldad y el egoísmo, no las
apariencias. La noche es larga y es mejor estar juntos, la soledad crea
fantasmas.
Es mejor enloquecer de amor por la vida que vivir luchando
con ella. La fiesta no es eterna, pero vale la pena. Y mientras el sol y la
luna sigan danzando allá arriba, abajo siempre estaremos amparados bajo su
eterno ciclo.